Néstor Barbosa — Ourense — 1991
Cuando era niño tenía un dinosaurio de juguete al que le escribía historias para darle vida. Con el tiempo, y su extinción, comprendí que escribir no era únicamente un modo de expresión más, sino el acto de amor perfecto para crear vidas que necesitan ser contadas. Y a día de hoy, en Madrid, sigo escribiendo.